Uno de los retos psicológicos que cualquier inversor en bolsa tiene que superar es la fluctuación de cotización de las empresas que lleva en cartera. Esa posición, con un beneficio o una pérdida latente, nos hace fijarnos en la situación del momento, en lugar de analizar las cosas desde una perspectiva de inversión a medio o largo plazo. Hoy voy a desarrollar un poco este tema, porque creo que es importante aprender a olvidarse de las fluctuaciones a corto plazo, para tomar mejores decisiones.
Las cotizaciones de las empresas varían mucho en bolsa
Vamos a tomar un ejemplo de una empresa cuya actividad es relativamente estable, como es el caso de Logista. Antes de la pandemia, la empresa de transporte y logística cotizaba por encima de los 20 euros por acción. En marzo de 2020 cayó hasta los 14 euros. El precio se recuperó, y justo antes de la guerra de Ucrania, cotizaba en unos 18 euros. En febrero de 2022 volvió a caer alrededor de los 15 euros. Desde entonces, ha subido mucho, llegando incluso a superar los 25 euros. Cuando escribo esas líneas, el precio está alrededor de los 23 euros.
¿Cuánto vale realmente Logista? Cada inversor tiene que aportar su propia respuesta, pero un precio de inversión razonable, en mi opinión, sería comprar esas acciones por unos 18 euros, quizás 20.
Porque, y eso es muy importante, el precio de cotización y el valor en bolsa no tienen porque coincidir. De hecho, prácticamente nunca sucede. Las empresas pasan de estar infravaloradas (febrero de 2022 para Logista) a estar sobrevaloradas (cotización actual, por ejemplo).
Mirar demasiado la cotización te lleva a tomar malas decisiones
Si quieres invertir en bolsa a largo plazo para conseguir una buena rentabilidad por dividendos, la cotización solo te debería preocupar como punto de entrada de tu inversión. En general, la idea es comprar una empresa para tenerla en cartera por mucho tiempo, idealmente para siempre. Hay excepciones, por supuesto. Te puedes haber equivocado con una compra. O la empresa ir en una dirección que ya no encaja con tu estrategia. Pero, como digo, serán casos excepcionales.
Pero, cuando miras con demasiada frecuencia la cotización de las empresas que ya tienes en cartera, es muy probable que tengas algunas malas tentaciones.
- Si las cotizaciones caen, tienes la sensación de haber perdido dinero, y te puede entrar el miedo de perder todavía más. Eso te puede llevar a querer vender tus participaciones. Si lo haces, no solo habrás convertido unas pérdidas virtuales en reales, también habrás perdido el ingreso potencial de dividendos.
- Cuando sube la cotización, ves que estás haciendo una plusvalía interesante, y te puede entrar la tentación de vender tu participación para cobrar ese beneficio. Te puede desviar de tu estrategia de largo plazo, y llevar al peligroso camino de intentar especular haciendo compraventas de acciones a corto plazo. Obviamente, si detectas que una empresa cotiza por el doble o triple del valor que le otorgas, tendría sentido venderla. Pero no pasa tan a menudo.
El ejemplo de la compra inmobiliaria
Muchas personas en España compran activos inmobiliarios para ponerlos en alquiler. Lógicamente, intentan comprar las casas lo más barato posible, para maximizar la rentabilidad de su inversión.
Por suerte para esos inversores, no hay un mercado en tiempo real donde cotice el valor de sus bienes inmobiliarios. Hay indicadores, tendencias, pero son mucho más lentos, se miden sobre meses y años, y para el mercado en general, no para activos concretos.
El único momento en el que un inversor inmobiliario en alquileres se plantearía vender su activo es cuando se da cuenta de que existe una burbuja, y que la venta de sus bienes le podría permitir comprar más activos una vez se haya corregido la situación. Sin embargo, como las burbujas inmobiliarias pueden durar muchos años y los precios también pueden tardar mucho tiempo en corregirse, la mayoría de esos inversores no vende. Simplemente aplazan nuevas compras a épocas con precios más razonables.
No existe diferencia fundamental entre las lógicas de la inversión inmobiliaria y en dividendos
En mi opinión, si compras acciones con la visión a largo plazo de querer cobrar los dividendos por muchos años, deberías actuar como esos inversores inmobiliarios. Olvídate de la cotización de tus empresas, salvo para comprar más acciones a un buen precio. Fíjate en tus rentas, es decir en los dividendos que vas a cobrar.
Si interiorizas esa idea, te dará mucha tranquilidad cuando hay volatilidad en los mercados. Te dará paciencia para tomar las buenas decisiones de compra, y no precipitarte a vender tus activos porque el mercado cae o sube.
¿Qué opinas? ¿Eres de los que miran con frecuencia el valor de tus posiciones en bolsa? ¿Te olvidas una vez que has comprado? Cuéntamelo en la sección de comentarios.