Cualquier inversor en bolsa a largo plazo que haya comprado acciones de empresas que reparten dividendos se habrá dado cuenta de que hay varias formas de recibir la remuneración al accionista. Hoy me voy a centrar en las diferencias que hay entre tres de las más habituales: el dividendo normal en efectivo, la modalidad de dividendo flexible (en acciones), y la prima de emisión. Veremos en qué consisten, y también las implicaciones en la fiscalidad española. También te puede interesar leer el artículo que publiqué sobre la diferencia entre dividendos y recompras de acciones.
¿Qué es un dividendo en efectivo?
Empecemos por el caso más habitual, y también el más sencillo. En esa situación, la empresa cotizada decide repartir parte de los beneficios que obtuvo en el ejercicio usando la modalidad de dividendo en efectivo. Simplemente otorga a cada accionista una cantidad de dinero por cada participación en su poder en una fecha concreta. A partir del día siguiente, llamado fecha ex dividendo, las acciones cotizan sin el derecho al dividendo, inicialmente con un descuento correspondiente a la cantidad de ese dividendo.
Si una persona vende sus participaciones a partir de la fecha ex dividendo, seguirá teniendo derecho a cobrar la remuneración, que puede tardar unos días o incluso varias semanas en ser pagada a los accionistas. Al contrario, y aunque el pago del dividendo se haga tiempo después, quien haya comprado participaciones después de la fecha de corte no recibirá el dividendo correspondiente.
Implicaciones fiscales en España
Si operas con un bróker español, la entidad retendrá automáticamente un 19% de IRPF sobre el dividendo en efectivo, y te abonará el 81% restante. Si la empresa cotizada que paga dividendos es extranjera, en la mayoría de los casos recibirás un importe todavía menor, ya que tendrás una retención en origen, además de la retención española. Por ejemplo, supongamos que la empresa es estadounidense y paga 100 dólares de dividendos. Se retiene un 15% de impuestos en origen, y sobre los 85 dólares que quedan, se retiene un 19% de IRPF español. Te llega algo menos de 69 dólares.
Como hay un convenio entre EEUU y España sobre doble imposición, y que en esos casos puedes recuperar la retención en origen hasta un máximo de 15% de retención, cuando hagas la renta, indicarás que te retuvieron esos 15 dólares, y Hacienda te devolverá 12,15 dólares (ya que seguirás teniendo que pagar un 19% de IRPF sobre lo percibido).
La retención es del 19%, pero en la declaración de la renta, el porcentaje puede ser diferente. Hasta 6.000 euros de rendimientos de capital, categoría a la que pertenecen los dividendos, se paga un 19%. Entre 6.000 y 50.000 euros el tipo es del 21%. Entre 50.000 y 200.000 euros sube al 23% y más allá de 200.000 euros llega al 26%.
Diferencias entre dividendo en efectivo y en acciones (flexible)
Otra forma de retribuir a sus accionistas que suelen usar las empresas cotizadas es lo que se conoce como dividendo flexible, o dividendo en acciones. En esa opción, las empresas proponen a sus accionistas que elijan entre cobrar una cantidad en efectivo o, en su lugar, recibir nuevas acciones.
Para los inversores que opten por el efectivo, vale todo lo que expliqué en el primer capítulo de este artículo. También hay accionistas que no pueden recibir acciones nuevas, porque no tienen suficientes participaciones. En cuyo caso, tendrán que optar por el efectivo o comprar más derechos a otros accionistas.
Además, salvo raras excepciones, la mayoría de los inversores que opten por las acciones también recibirán una parte pequeña en efectivo, por los derechos sobrantes que no puedan ser canjeados por nuevas participaciones. Ese importe en efectivo también sigue las reglas del dividendo clásico. Y algunos accionistas pueden elegir recibir parte del dividendo en acciones, y parte en efectivo.
¿Cómo funciona el dividendo flexible o en acciones?
Cuando decide ofrecer a sus inversores recibir nuevas participaciones en lugar de efectivo, la empresa cotizada fija el número de derechos necesarios para obtener una nueva acción. Cada derecho corresponde a una participación actual, por lo que, en la práctica, hace falta tener un mínimo de acciones para tener derecho a nuevas participaciones.
Supongamos que una empresa que cotiza sobre los 20 euros decide ofrecer a sus accionistas un dividendo flexible. Pueden recibir un 1 euro por cada participación, o una nueva acción por cada 20 participaciones existentes.
Vamos a imaginar que tengo 50 acciones de esa empresa, y que decido optar por recibir nuevas participaciones. Si tuviera 60 acciones podría recibir 3 nuevas, pero como tengo 50, recibiré solo 2. El restante lo cobraré en efectivo, es decir 10 euros, menos el 19% de IRPF. O puedo vender esos derechos a otros accionistas, o comprar 10 más para llegar a las 3 acciones nuevas.
Tratamiento fiscal del pago en acciones
Recibir acciones tiene una ventaja fiscal respecto a recibir efectivo, porque no hay retención de IRPF. Lo que ocurre es que recibes unas acciones gratuitas. Esas acciones tienen la misma antigüedad que las participaciones que dieron derecho a obtener esos nuevos títulos. Eso significa que, si un día vendes parte o totalidad de las acciones de esa empresa, tendrás que incluir esas participaciones recibidas a precio cero. Y pagarás el IRPF que corresponda.
Suponiendo entonces que en el futuro venda la mitad de las 52 acciones del ejemplo, una de ellas tendrá un coste cero, y el resto el precio histórico de compra. Es importante que tengas un buen seguimiento de esos movimientos, porque hay empresas que hacen dividendo flexible cada año.
Dividendo flexible real y trampa financiera
Las empresas que hacen correctamente el pago en acciones recompran en el mercado el mismo número de participaciones que han sido creadas por el dividendo flexible. Después, amortizan esas acciones, de tal forma que el número de participaciones no haya cambiado. Así, los inversores que hayan optado por las acciones realmente aumentan su peso en el capital de la empresa, y tendrán derecho a una mayor parte de los dividendos en el futuro.
Pero también hay empresas que optan por el dividendo flexible para salir del paso y no tener que usar tesorería. Hacen lo mismo que las anteriores, salvo por un detalle muy importante: no recompran acciones. El resultado es que se diluyen las participaciones de los accionistas y pierden valor los títulos. Por desgracia, empresas como Telefónica o el Santander han abusado de ese truco durante varios años, lo que explica en parte el desplome de sus acciones en bolsa. Ahora ya no lo hacen, pero es importante informarse siempre sobre esa parte de la recompra de participaciones.
Otras consideraciones de las diferencias entre dividendo en acciones y en efectivo
Mencioné antes la ventaja fiscal de optar por recibir acciones. Pero también hay que tomar en cuenta la desventaja de elegir nuevas participaciones. Implica reinvertir el dividendo en la misma empresa, y puede que eso no encaje con tu estrategia de inversión. Optar por el dinero quizás te cueste el IRPF, pero con ese efectivo puedes comprar acciones de otra empresa.
Otro problema del dividendo flexible es que, cuando tienes participaciones pequeñas en las empresas, a menudo no tienes el número mínimo de derechos para obtener nuevas acciones, especialmente en aquellas que cotizan a valores altos, lo que te obliga a comprar más derechos o a vender los que tienes.
¿Qué es una prima de emisión?
Para terminar este artículo voy a hablar de la tercera opción más frecuente para retribuir a los accionistas, y que tiene sus diferencias con el dividendo en efectivo y el dividendo en acciones. Me refiero al pago de una prima de emisión. A primera vista se parece mucho a un dividendo en cash, pero conceptualmente es distinta. En realidad, viene a reducir el precio de compra de las acciones que ya tenías en cartera.
Verás como algunas empresas usan esta estrategia, muchas veces combinándola con el pago de un dividendo tradicional.
Tratamiento fiscal de la prima de emisión
Habrás podido comprobar que, cuando recibes una prima de emisión, no hay retención de IRPF. Eso es porque, en realidad, no estás recibiendo un pago sobre las acciones que tienes, sino un descuento sobre las que ya tenías en cartera.
Es decir, que todo el dinero que recibas como prima de emisión lo tienes que registrar como menor coste de las acciones que tenías, respetando la antigüedad de cada una de ellas. Y, el día que vendas parte o totalidad de tus participaciones, pagarás el IRPF correspondiente a la diferencia entre el precio de venta y el coste de compra de las acciones. En este sentido, se parece bastante a recibir nuevas acciones.
Consideraciones sobre la prima de emisión
Es un formato que tiene varias ventajas. Al igual que el dividendo tradicional, recibes dinero en efectivo y lo puedes usar como te de la gana. Al igual que el dividendo en acciones, no pagas IRPF hasta que vendes las acciones, algo que para un inversor a largo plazo suele ser muy interesante.
Pero, si las empresas abusan del formato, es muy posible que la reglamentación fiscal acabe cambiando, porque a Hacienda no le interesa que los inversores reciban remuneraciones en efectivo sin pagar el IRPF correspondiente. Veremos lo que sucede.
¿Cuál de esas tres opciones te gusta más? ¿Se te ocurren más diferencias entre el dividendo en efectivo, el pago de acciones y la prima de emisión? ¡Cuéntame lo que piensas aquí abajo!