La experiencia me ha enseñado que, para invertir de forma acertada, lo más importante no es tener grandes conocimientos financieros, sino tener la psicología de inversión adecuada. En particular, hay dos miedos que debes reconocer y controlar para tomar decisiones racionales mucho más eficientes. Se trata del miedo a perderlo todo y el miedo a perder la oportunidad. Ambos te llevan a actuar de manera irracional.
El miedo a perderlo todo en la psicología de la inversión
Ejemplo de una compra inicial
Vamos a suponer el caso de una persona relativamente inexperimentada en bolsa, que ha comprado acciones de una empresa asentada, pero sin informarse mucho. En otras palabras, no sabe si la compró barata, a un precio correcto, un poco cara o muy cara. Solamente la compró con la idea que se revalorice o que le pague dividendos, y si pueden ser ambas cosas, mejor.
Llega la bajada
Ahora vamos a imaginar que sucede una de las bajadas tan habituales en la bolsa. Puede ser una bajada generalizada, como cuando hay una crisis como las puntocom en el 2000, la crisis financiera de 2008, o la pandemia de 2020. Puede ser una bajada que afecta específicamente a un sector, como lo que ocurrió con los bancos o las telecos en los últimos años. O puede ser una bajada que se debe a un problema específico de la empresa, como lo que ocurre ahora con 3M o Intel.
El miedo a perderlo todo entra en escena
Nuestro inversor poco experimentado se pone muy nervioso. Ve como el valor de la empresa que había comprado está bajando un diez, un veinte, un treinta, un cincuenta por ciento, incluso más. Empieza a pensar que quizás lo pierda todo, o que quizás la cotización de su empresa nunca se recupere.
Piensa en la posibilidad de vender, para no perder más. Pero la pérdida le dolería demasiado. Así que, generalmente, aguanta y espera.
Quizás se le ocurra brevemente comprar más, pero el miedo le dice que aumentar el riesgo sería una locura. Así que no hace nada. Espera. Pasan los meses, a veces los años, y cuando la cotización vuelve al precio inicial, o cuando la pérdida ya no es tan grande, vende. Siente alivio y piensa que no volverá a comprar nunca más.
¿Qué debería haber hecho?
Está claro que aquí hay dos errores. El primero es haber comprado unas acciones sin informarse un mínimo sobre la situación de la empresa, su viabilidad a medio y largo plazo, y, sobre todo, el precio al que se debería comprar la empresa. Pero no voy a detallar ese error. Vamos a suponer que la casualidad hizo que compró una empresa correcta, que son mayoría, y que la bajada fue exagerada respecto al valor de la empresa, que también suele ser el caso más habitual.
- Si había comprado las acciones iniciales a un precio demasiado caro, es muy probable que con un descuento del 50% o más el nuevo precio fuera interesante.
- Si la había comprado un poco cara, a un precio correcto o barata, es evidente que con la bajada la inversión en esa empresa era una ganga.
Es decir que, en la mayoría de los casos, era buena idea comprar más.
Lo que debería haber hecho nuestro inversor era informarse bien.
- Si después de investigar se hubiese dado cuenta de que la empresa tenía un alto riesgo de quebrar, debería haber vendido sus participaciones y aceptado la pérdida.
- Si, al contrario, su análisis mostraba un buen potencial para el futuro, debería haber comprado más.
La forma de actuar racional es contraintuitiva
El problema es que, cuando vemos que cae una cotización, nos entra el miedo de que eso siga para siempre. Pero, en realidad, cuanta más barata esté una acción, menos riesgo hay de perder dinero, y más opciones hay de que se revalorice.
Hablo de bajadas de cotización en empresas viables, por supuesto. Ese razonamiento no se puede aplicar a títulos “basura”, es decir acciones de compañías prácticamente en quiebra y que muy probablemente nunca se recuperen.
Mi “revelación” en la bolsa española
Hace relativamente poco tiempo que invierto con cabeza en bolsa. Antes lo había hecho sin pensarlo mucho. Había comprado acciones típicas, entre las cuales bancos. El año de la pandemia, esas empresas iban peor que nunca en bolsa. Estaban prácticamente a precio de saldo.
Y entonces pensé: “¿Por qué no compro unas cuantas acciones del banco tal? Total, ya tengo unas cuantas en pérdida, y a ese precio voy a duplicar mi número de participación sin gastarme casi nada”. Recuerdo específicamente pensar: “¿Y si quiebra?” El miedo me seguía asaltando. Pero mi mente racional se impuso. “Si quiebra, tampoco habré perdido mucho más, y si sucede, significará que mucha gente estará en problemas”.
Unos meses más tarde, el mismo banco cotizaba por el doble que cuando compré aquellas participaciones. Entonces la banca española anunció récords de beneficios y dividendos mucho mayores que el año anterior.
Esa compra no me hizo rico. Compré pocas acciones. Pero me hizo entender la importancia del miedo a perderlo todo. Y que, muchas veces, cuando todo el mundo tiene miedo, es cuando hay grandes oportunidades de compra.
El miedo a perder la oportunidad en la psicología de la inversión
No voy a detallar mucho ese miedo, porque hice un artículo hace unas semanas sobre el famoso FOMO (Fear of Missing Out). Pero destacaré lo que considero más importante.
Si el miedo a perderlo todo nos lleva a vender o no comprar, a pesar de que muchas veces es un buen momento para hacerlo, para el FOMO es al revés: nos empuja a comprar cuando no es buen momento. Lo típico es cuando las acciones de un valor han subido mucho. Pensamos que lo van a seguir haciendo, y no queremos perdérnoslo, así que compramos.
Pero sucede exactamente lo contrario de lo que contaba antes. Cuanto más haya subido una cotización, más probable es que este sobrevalorada y que haya una corrección en el futuro. No es una sorpresa que por eso la gente mejor informada sale de las burbujas a tiempo, mientras los que no tienen idea compran muy caro, para luego vender con pérdidas importantes.
La importancia de la paciencia
Aprender a ser paciente es la mejor forma de no caer en esas trampas.
- ¿Baja mucho la cotización de una empresa buena que has comprado? Puedes ser paciente, comprar más dentro de los límites del principio de diversificación, y algún día pagará. Puede que esperes meses, a veces años, pero generalmente te saldrá rentable.
- ¿Está muy cara una empresa que te gustaría comprar? Espérate. Casi siempre aparece una oportunidad. Puede ser una crisis bursátil, o alguna circunstancia específica de esa empresa o de su sector. Y, si al final nunca baja a un precio aceptable, no pasa nada. Seguro que tendrás otras oportunidades interesantes con otras empresas.
El autoengaño de las fórmulas complejas
Invertir es gestionar la incertidumbre, porque invertimos para sacar beneficios en el futuro, y nadie sabe lo que pueda ocurrir mañana. Por eso, cuando se hacen fórmulas muy complejas para determinar el valor de unos activos, a menudo se trata de un autoengaño, porque esas fórmulas se basan en hipótesis, que por naturaleza son subjetivas. Mejor usar unos cuantos indicadores sencillos, y no creerte que has encontrado la fórmula perfecta para tomar una decisión de inversión.
Recuerda, la psicología de la inversión es uno de los aspectos más importantes para comprar en bolsa, pero también para invertir en otros activos. Asegúrate de actuar de una forma racional.