Si quieres gastar menos, tu planteamiento no tiene que ser únicamente enfocado a conseguir mejores precios o consumir cantidades menores. Hay otra forma de ahorrar, que tiene que ver más con tu actitud hacia las cosas. Me refiero a cuidar lo que tienes. Quizás te suene a consejo muy general y poco práctico, y por eso te voy a poner unos ejemplos concretos.
Cuidar la ropa
Quizás sea el producto que más fácilmente dañamos antes de tiempo por a veces ser demasiado descuidados. A veces es únicamente mala suerte (nadie puede prevenir las manchas al 100%), pero en otras ocasiones pecamos de confiados. Por ejemplo, aquel que limpia su casa con lejía con su ropa preferida y acaba con manchas de decoloración en aquellas partes que le salpicó el producto. O aquella otra persona que decide usar ropa vieja (que aún podría usar) para pintar su casa. Para pintar y hacer cosas que ensucian puedes comprarte un uniforme, no hace falta que estropees definitivamente tu ropa, por muy vieja que sea.
¿Y los zapatos? Ya sabemos que los niños se pueden poner a jugar al futbol con zapatos de calle y destrozarlos, pero sus padres no siempre son mucho más cuidadosos. Tampoco cuesta tanto ser un poco previsor.
La importancia del mantenimiento
En el exceso inverso, tenemos a aquellas personas que por no gastar acaban perdiendo antes el uso de sus productos. Si tienes un coche, sabes que llevarlo al taller para las revisiones cuesta bastante dinero, pero al mismo tiempo reduce drásticamente el riesgo de tener una avería grave. Si tienes una casa, no querer arreglar un escape de agua se puede traducir en una factura tremenda. Y si te das cuenta que el aislamiento no es bueno, porque se te sale o entra el aire por alguna apertura, mejor solucionarlo. Evitarás gastar mucho más en energía para calentar o enfriar la casa.
¿Y qué hay del móvil? Por no comprar una funda se te rompe la pantalla a las primeras de cambio. Y cuando digo móvil digo tablet, cámara digital o cualquiera de esos dispositivos electrónicos.
Aprender a ser cuidadoso
Las cosas son frágiles. Si mueves un mueble o cargas una cosa voluminosa dentro de casa, es muy fácil que acabes impactando las paredes. Si no adaptas la casa a los niños, es probable que sin querer acaben rompiendo cosas. Igual que si haces una fiesta multitudinaria sin tomar algunas precauciones. Obviamente el riesgo cero no existe, pero si actúas con cuidado y prestas atención a las cosas, te darás cuenta que los accidentes son mucho menos habituales.
¿Por qué te cuento todo eso? Simplemente porque el coste de reponer las cosas puede ser tremendo. Puedes estropear la lavadora por haberte olvidado de vaciar los bolsillos, o estropear la ropa por haber mezclado blanco y colores. Hay tantos ejemplos. Incluso cuando vas a comprar comida, se puede entender como una falta de cuidado el comprar demasiados productos perecederos y tener que tirarlos a la semana porque no tuviste tiempo de comértelos.
Sé que todo eso suena muy moralista y poco práctico, pero la próxima vez que estropees algo antes de tiempo, igual te acuerdas de este artículo. No se trata de dejar de vivir por cuidar de las cosas, solo hablo de sentido común y de un poco de precaución.