Los refranes y frases populares suelen dar lugar a análisis interesantes. Una de las afirmaciones más famosas y usadas hablando del consumo es que lo barato sale caro. Sin duda hay parte de razón en ello, pero creo que también es una simplificación que puede llegar a engañarnos. Porque aceptar la frase como un principio absoluto de las finanzas personales puede llevar a tomar malas decisiones de consumo y desaprovechar oportunidades.
¿Qué significa la frase “lo barato sale caro”?
Cuando alguien dice que lo barato sale caro, normalmente se refiere a que las cosas con un precio bajo tienen menos calidad que las de precio más alto. La consecuencia es que se deterioran más rápido (en el caso de los productos) o no ofrecen buenas garantías y coberturas (en el caso de los servicios). Esta falta de calidad nos lleva a tener que volver a comprar el producto con frecuencia o a contratar servicios adicionales. En definitiva, nos acaba costando más caro que si hubiésemos optado desde el principio por productos y servicios de mayor precio.
¿Pero es cierto eso que lo barato sale caro?
A mayor calidad, mayor precio…
Relacionar precio con calidad tiene lógica hasta cierto punto. Probablemente un Mercedes de alta gama sea más cómodo que el Dacia más barato. Unos asientos de primera fila en el teatro permiten disfrutar mejor de la función que los del fondo de la sala, lo que explica la gran diferencia de precio entre ambos. Podríamos seguir con ejemplos parecidos durante muchos párrafos.
…Pero no siempre
Donde falla el razonamiento es que en una economía supuestamente de libre mercado se pueden encontrar los mismos productos o servicios a precios muy diferentes, a veces por la mitad o menos, simplemente por las estrategias comerciales que aplican las empresas. Pongamos unos ejemplos:
- El precio de un billete de avión puede variar tremendamente en función de la anticipación de la compra. Es muy habitual que una persona sentada en la misma fila de asientos que otra pueda haber pagado la cuarta parte de esa última, por exactamente el mismo servicio y la misma comodidad.
- La gasolina que echamos en nuestros depósitos es la misma para una misma zona independientemente de la distribuidora (suele venir de la refinería más cercana). Por lo tanto, si una gasolinera ofrece combustible a 10 céntimos menos que su competencia, es solamente porque tiene otra estrategia comercial, no por una supuesta diferencia de calidad.
Si en lugar de conformarnos con el primer precio que nos ofrecen, comparamos entre distintos proveedores e incluso nos ponemos a negociar, podremos conseguir un precio mucho más bajo sin perder ni un ápice de calidad.
Todo eso sin contar ejemplos evidentes, como esos restaurantes con un menú barato y excelente, que ofrecen una calidad a menudo muy superior a establecimiento mucho más caros.
El peligro de creerse demasiado esa frase
Lo malo de “lo barato sale caro” es que muchas personas la han asimilado como una verdad absoluta, hasta el punto que desconfían por norma de precios baratos. Es algo que las campañas de marketing de las grandes marcas intentan reforzar. Hacen anuncios que asocian el precio con la calidad, y despiertan los miedos a probar alternativas más baratas con frases como “yo no me la juego, compro X”.
He citado antes el caso de la gasolina, y es interesante porque precisamente muchas personas piensan que si compran en las gasolineras más baratas (como por ejemplo las de los hipermercados) van a tener problemas con impurezas y un combustible peor. Eso es totalmente falso.
El otro peligro es pensar que si se paga más siempre se tiene un servicio mejor, lo que tampoco es una verdad absoluta. Muchas personas pagan seguros muy caros con coberturas que no sirven para nada. Otras muchas pagan un sobreprecio solo porque eligen un distribuidor más caro. Y en mercados como la vivienda, está ya demostrado que se puede pagar mucho dinero por algo que no tiene mucha calidad.
¿Se puede mejorar la frase?
En lugar de afirmar que lo barato sale caro, podríamos decir que “lo realmente barato se comprueba a largo plazo”, porque lo más interesante de la idea que estudiamos es precisamente que lo que importa es valorar la compra en el tiempo. Si me compro zapatos en los chinos que tengo que cambiar cada 6 meses, me saldrán más caros que unos zapatos españoles hechos a medida que podrían durarme 10 años. Pero si esos mismos zapatos chinos me aguantan 3 años, entonces posiblemente no haya hecho tan mala compra.
¿Y tú? ¿También piensas que lo barato sale caro? Puedes contar tu opinión y experiencias en la sección de comentarios.
Respecto a la gasolina, si una gasolinera difiere en 10 céntimos de otra, desconfía. Carrefour, Eleclerc, Eroski, ofertan gasolina muy barata, pero de peor calidad, con más aditivos. Con datos lo entenderéis: Por comodidad siempre echo 10 euros en mi moto de 125cc, y siempre en la de cerca de casa, Repsol. Como siempre hago el mismo trayecto (casa-trabajo-casa) la autonomía es de 200kms. Un día decidí repostar en una Eroski, que la tenía cerca de 15 céntimos el litro más barata. Como siempre, eché 10 euros, así que estando más barata reposte más litros. Cual fue ni sorpresa que al llevar 180kms me quedé sin gasolina. Más litros gasolina = menos kilómetros?? Sacar vuestras propias conclusiones
Discrepo. La diferencia de precios no viene marcada por una peor calidad de la gasolina, sino por una estrategia comercial distinta. Las grandes superficies venden con muy poco margen porque la gasolinera les permite atraer a los clientes, que se quedan a hacer la compra en sus hipermercados, sobre todo cuando el descuento se canjea por cheques ahorros como el caso de Carrefour.
Su experiencia personal con su moto es interesante, pero incluso si tuviera razón, tiene que reconocer que la experiencia de una vez no puede ser representativa. El menor rendimiento de su combustible podría haberse debido a otros factores. Por ejemplo, con el depósito lleno, hago muchos menos kilómetros cuando me muevo principalmente por la ciudad (atasco, semáforos, búsqueda de plaza de aparcamiento…) que si hago desplazamientos más largos por autopista.
un ejemplo claro, si te compras un corsa porque es más barato que el ibiza te darás cuenta de que no merece la pena ahorrar unas perras en un auto al que la dirección asistida y la suspensión van como escopetas de feria.
Ídem en ciertos aspectos.
Recientemente escarmenté con el famoso “Lo barato sale caro” con We Smart Park, un pseudoservicio de parkings “baratos” en Barcelona.
A menudo ellos defienden el parking tradicional de Barcelona (BSM, Saba, Zona azul…) cómo uno de los más caros de Europa (y en parte es cierto), a un precio medio de 3 € la hora, y ellos se galardonan de ofrecerlo a 1,60 € la hora.
Pues este agosto fui a Barcelona (zona puerto) con el parking “low cost” de We Smart Park. Al llegar, veo que la plaza asignada la ocupa un coche con matrícula de Francia. A todo esto, llamo al teléfono de incidencias 24 horas (un 902, o sea, tarificación especial, pero que se comprometen a reintegrarte sí tienes razón). Tuve que llamar dos veces.
Al final, para ahorrarme 2 € en parking, me dejé más de 3 € en llamadas a 902.
Encima, al día siguiente contacté con la empresa, y recibí respuesta de un tal Jaume, que se hace llamar “el presidente”, y recibo una contestación en tono prepotente y chulesco.
Ya veremos cómo acaba esto, pero por ahora ya he iniciado un proceso mediante la mediación de la Agencia Catalana del Consum.
PD: También, para quitar la pegatina de acceso a los parkings “low cost” tuve que pedir a mi vecina que me prestara una espátula de limpieza de vitrocerámica y un montón de alcohol, si no, quedaba mucho rastro.