La cuesta de septiembre (o enero): ¿símbolo de la falta de educación financiera?

cuesta septiembre enero educación financieraEl concepto de cuesta de enero, y su equivalente para la vuelta al cole, la cuesta de septiembre, son unas expresiones bastante conocidas en España. En el blog he compartido algunos consejos para superar esos momentos de tensión de tesorería. Sin embargo, cada vez que pienso sobre el tema me pregunto lo mismo. ¿No serán esas expresiones unos ejemplos claros de la falta de educación financiera en nuestro país?

¿Qué es peor? ¿La cuesta de enero o la cuesta de septiembre?

La expresión “cuesta de enero” y “cuesta de septiembre” son términos que se utilizan en España y otros países con bastante frecuencia. Se emplean para describir períodos en los que las personas pueden enfrentar dificultades financieras debido a gastos específicos asociados con esos meses. No se puede decir que uno sea peor que el otro de manera generalizada, ya que depende de la situación financiera y las circunstancias individuales de cada persona.

Cuesta de enero

Se refiere a las dificultades financieras que muchas personas enfrentan después de la temporada de gastos durante las festividades de diciembre. La gente suele gastar dinero en regalos, fiestas y viajes durante las celebraciones de Navidad y Año Nuevo. En enero, cuando llegan las facturas de tarjetas de crédito y otros gastos relacionados con las festividades, algunas personas pueden encontrarse con dificultades financieras.

Cuesta de septiembre

En este caso, el origen del problema son los gastos relacionados con el inicio del nuevo año escolar y las vacaciones de verano. Las familias pueden enfrentar desembolsos significativos para comprar uniformes, libros de texto, material escolar y pagar matrículas escolares, justo después de haber gastado para sus vacaciones.

La “peor” de las dos cuestas depende de la situación financiera personal y las prioridades de gasto de cada individuo o familia.

¿Por qué me parecen ejemplos de la falta de educación financiera?

Todos esos gastos se conocen de antemano

Estamos hablando de gastos previstos. A nadie le pilla por sorpresa que en Navidades se hacen regalos, o que los niños van a necesitar uniformes en septiembre. Lo mismo pasa con las vacaciones de verano o las salidas navideñas.

Además, la mayoría son modulables

No puedes controlar el precio de los libros de texto de tus hijos, pero el resto de los gastos corresponden a decisiones personales. Cuando elegiste el colegio concertado, sabías cuanto era la matrícula. A la hora de irte de vacaciones de verano, podías elegir donde te ibas y cuánto te ibas a gastar. Lo mismo con los regalos.

En muchos trabajos hay pagas extras

A mí, personalmente, no me gusta que una empresa me pague el sueldo en más de 12 mensualidades. No necesito que me obliguen a ahorrar para el verano y las Navidades. Prefiero cobrarlo todo cada mes. Pero, dado que en muchos sitios se cobra en 14 pagas, significa que la gente recibe un ingreso extra que debería ayudar a cubrir el aumento de gastos.

Falta de planificación

Teniendo en cuenta todo lo anterior, para tener dificultades económicas en enero o septiembre, hace falta no tener ningún tipo de planificación financiera. Sabes que vas a tener que gastar más en diciembre y en verano. Si no ahorras lo suficiente durante el año, lo razonable es recortar el gasto. Pero no, muchas personas prefieren vivir al límite y no privarse.

El resultado de esa falta de planificación es pasarlo mal en enero y septiembre.

Todo por falta de la más elemental educación financiera. Vivir al día y no ahorrar para gastos futuros es un error muy básico.

Diferencia entre falta de recursos y falta de educación financiera

Quiero aclarar una cosa, antes de leer algún comentario enfadado. Claro que soy consciente de que hay personas que cobran muy poco y se ven obligadas a vivir al día. Pero, para esas personas, no hay una cuesta de enero ni de septiembre. Lo pasan mal todo el año. Y, puesto que no pueden ahorrar, son las que no se van de vacaciones y procuran hacer regalos económicos en Navidad.

No niego esa realidad. Pero también ocurre otra cosa. Hay muchas personas que piensan que el sueldo no les alcanza para ahorrar, simplemente porque se han acostumbrado a gastarlo todo. A esas personas, les puedes subir el sueldo un 50% y seguirán sin ahorrar. En esos casos el problema es la falta de educación financiera, no la falta de recursos. Por eso se escuchan comentarios diciendo que con 3.000 euros de sueldo hay gente que no llega a fin de mes.

La realidad es que, por encima de un mínimo imprescindible, las personas pueden elegir qué hacen con su dinero. O viven más frugalmente y ahorran. O se buscan ingresos adicionales. Y, por supuesto, también pueden optar por gastárselo todo, incluso a veces más de lo que cobran, endeudándose. Esa visión cortoplacista hace mucho daño a las economías particulares, pero también a la economía en general.

¿Crees en la cuesta de septiembre?

Por supuesto, todo eso es mi opinión. Quizás esté equivocado. Si es así, espero tus comentarios y reflexiones.

Lo cierto es que siempre he tenido una actitud muy prudente respecto al dinero. En épocas buenas, ahorro bastante. Cuando me encontré con menos recursos, he tirado de reservas, pero con cautela. En general eso me permitió mantener siempre un nivel de vida bueno, sin tener miedo a imprevistos financieros. Pero quizás esa experiencia personal influya demasiado en mi visión sobre la educación financiera. Dímelo tú.

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